Como dice Schopenhauer, cuando uno ha sobrevivido
a dos o tres generaciones se siente como si estuviera en un
circo viendo a un saltimbanqui realizar, una y otra vez, las
mismas acrobacias. Hay ciertas pantomimas que están hechas
para asombrar sólo una vez; después fatigan, desilusionan.
A eso se debe, quizá, la sonrisa irónica e indulgente que
he advertido en ciertos hombres mayores ante algunos vehementes
descubrimientos de la juventud. Como decía con
desaliento no recuerdo qué escritor español: “Todo cambia,
todo cambia…lo único que no cambia son las vanguardias”.
-Alberto Castillo
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