1
Y de pronto una voz, mirada, un gesto
tropieza con mi idea de mí mismo
y veo aparecer en el espejo
a un ser inesperado, insospechado,
que me mira con ojos que son míos.
Ese desconocido que soy yo.
Ese al que los demás se dirigían
al dirigirse a mí, sin yo saberlo.
Ese irreconocible ser inmóvil
que inspecciona mis rasgos hoscamente.
En vano apremio al otro, el verdadero,
a aquel que unos segundos antes yo era.
Sólo está frente a mí, con ceño adusto,
ese desconocido inesperado
que me mira con ojos que son míos.
2
Trato de dar con una explicación.
-«Será un fugaz defecto de mi vista.
O mi retina habrá atrapado al vuelo
una imagen disforme, ahora atascada».
Y llamo a mis hermanas y a mi hermano.
Mas me detengo al verlos silenciosos
con aire interrogante. De repente
no aparentan ser ellos los que busco.
¡No conozco estas caras familiares!
Ni esa expresión cansada, sondeadora,
que se enfrenta conmigo, como un muro
que se extraña que quieran traspasarlo.
¡No sé de esas facciones ya marchitas!
Las capto con asombro. No hay recelo
en sus ojos. Tal vez no se dan cuenta
del cambio que han sufrido. O forman parte
de una conspiración para encubrirlo.
-José María Fonollosa
No hay comentarios.:
Publicar un comentario